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EL JUGUETE POPULAR EN EL MÉXICO ACTUAL

Después del breve recorrido por la ruta histórica de los juguetes en México y la mención de algunas diferencias entre los juguetes actuales, que no han sido todas, pero que nos acercan al complejo y desigual mundo de la producción juguetera, a continuación recapitulamos nuestra propuesta de clasificación de los juguetes en el México actual:

Los juguetes populares tradicionales están diversificados en todo el país, se identifican con la población, son elaborados generalmente por artesanos con materiales naturales, tienen una producción cíclica identificada con las festividades y celebraciones del año, y se distribuyen mediante mecanismos tradicionales de mercadeo local, en ferias y en zonas comerciales populares durante ciertas temporadas.

Los juguetes industriales de producción masiva tienen diseños universales, entre los que se incluyen los juguetes educativos de plástico, los juguetes eléctricos y mecánicos, y los juguetes computarizados. Todos estos juguetes tienen diferentes métodos de comercialización, desde establecimientos especializados, con un gran aparato comercial de información, hasta la venta, también en mercados populares, cuando se trata de los más corrientes y baratos ensamblados en los países de maquila industrial.

Para efectos de nuestro interés hemos de ahondar en las características de los juguetes tradicionales de México. “El juguete mexicano –afirma Carlos Espejel- tiene tres características esenciales: colorido, ingenuidad e ingenio, y para su manufactura se utilizan los materiales que el artesano tiene a la mano: barro, madera, palma, etc. Por ello, en casi todos los centros artesanales se produce juguete, aunque destacan centros altamente especializados en esta manufactura.” En el juguete popular mexicano se conjugan, además, dentro de su diversificada y diferenciada producción, las influencias del remoto pasado indígena y las hispano-orientales, para fundirse en un crisol mestizo, formado por los materiales mencionados que proporciona el medio geográfico y el modo peculiar que cada grupo social le imprime a su vida.

Con lo anterior queremos reafirmar que en la producción del juguete tradicional, se observa el mismo factor étnico y geográfico que explica la diversidad de los materiales empleados y las expresiones prácticas manifestadas en el proceso de todo el arte popular mexicano. No puede haber entonces referencia al objeto con el que juegan los niños, sin tomar en cuenta su vinculación con el grupo cultural o étnico al que pertenecen. Todavía más, en muchos grupos indígenas de nuestro país es una tradición que todos los miembros de la familia, incluyendo a los mismos niños, confeccionen sus propios juguetes aplicándole las características de su cultura.

Los motivos que se encuentran presentes en el diseño del juguete popular mexicano están inspirados con frecuencia en actitudes y circunstancias de la vida diaria, y reflejan en sus manifestaciones plásticas el carácter que domina el medio ambiente y sus tradiciones. El dominio de la técnica y de los materiales, así como la habilidad para emplear, combinar y contrastar colores y detalles o rasgos de ornamentación, se une a otro elemento que con frecuencia refleja el estado de ánimo del artesano o el del grupo social del que forma parte. El colorido de muchos juguetes es reflejo del gusto del artesano por su escenario natural. En resumen, la apariencia del juguete popular, es el resultado de la obligada conjugación de los materiales, dominio de la técnica empleada y de motivaciones anímicas de su autor.

Ya hemos afirmado que el juguete popular mexicano se confecciona con materiales que se encuentran al alcance de los artesanos que los producen, por lo que a continuación haremos una brevísima descripción de los materiales utilizados, aunque con mayor detalle mencionaremos la producción por estado en el apartado La Geografía del Juguete Popular Mexicano en este mismo capítulo ¿Jugamos?

Quizás uno de los más significativos materiales utilizados en la elaboración de juguetes populares es el barro, el material más común, económico y accesible de todos. Figuras humanas, zoomorfas, silbatos, trastecitos y una infinita variedad de miniaturas se hacen con este material primigenio. México ha sido un país alfarero por tradición. El juguete de barro participa en muchos aspectos que conciernen a esta tradición, expresando, a través de sus características técnicas, de ornamentación, simbolismo y colorido, las virtudes del artista alfarero, sea indígena o no. A estos juguetes se les pueden aplicar diversas técnicas de acabado: esmaltados, bruñidos o pintados en colores brillantes, según la tradición de los grupos culturales que los elaboran.

Cada Estado, región o población del país, se caracteriza por su producción juguetera de barro. A veces, dentro de una misma entidad, la producción muestra diferencias notables, tanto por sus materiales como en la forma de concebir el juguete o la miniatura, como ocurre en el Estado de México con San Antonio la Isla y Metepec; Michoacán, con Tzintzuntzan y Ocumicho; o en Jalisco, con Tlaquepaque, Tonalá y Santa Cruz; o en Oaxaca con Atzompa y Tehuantepec.

Más delicados son los juguetes de Tonalá, Jalisco, en “barro bandera”, de “petatillo” o el decorado y “bruñido”. En ellos se observa la más refinada técnica ancestral que, desde el siglo XIX, se aplicó a piezas preciosamente decoradas y bruñidas: botellones, floreros, tecomates, etc. y que actualmente se aplican en la juguetería: pequeños trastecillos, pájaros, palomas, tortugas, tecolotes, etc. Por otro lado, la aplicación del engredado o “vidriado”, común a un tipo de juguetes procedentes, entre otros, de Santa María Atzompa, Oaxaca, de Tzintzuntzan, Michoacán y de Metepec, Estado de México, ya es de origen español, como lo es también el procedimiento para fundir el vidrio mediante del cual llegan a obtenerse delicadas y preciosas figuritas de animales, floreritos y jinetes.

La naturaleza es rica en fibras vegetales. En México esta modesta materia prima proporcionan una gran variedad de recursos para la elaboración de la juguetería popular, incluyéndose desde las plantas que crecen en las regiones húmedas como el tule y la chuspata, o las fibras de regiones áridas y semidesérticas como el ixtle.

El juguete hecho de modestos materiales como el tule o la chuspata, revela una gran fuerza creativa de sus autores, quienes poseen dotes escultóricas utilizando exclusivamente sus manos. Estos materiales se prestan para tejer y dar formas a la vez, a figuras planas o en volumen, a veces matizadas por los colores de las anilinas verdes, amarillas, azules o solferinas.

Las fibras más utilizadas son: tule, carrizo, ixtle, sisal, hoja de maíz y palma, con las que se tejen canastitas, muñecas, trastecitos, animalitos, etc. Las figuras varían en tamaño, desde las miniaturas de “Chuspata” elaboradas en la zona lacustre de Michoacán, o las de palma de Chigmecatitlán, Puebla, hasta las figuras de grandes dimensiones como los “carranclanes”, las mulitas y las cabalgaduras de tule hechos en Lerma, Estado de México. La habilidad para tejer y lograr formas de con estos materiales denota una herencia ancestral. Lo mismo puede decirse respecto a las figuras zoomorfas de vainilla, hechas en Papantla, Veracruz.

La muñeca es la diversión favorita de las niñas en todo el mundo. Las elaboradas con trapo son las preferidas. Las muñecas hechas en México generalmente por mujeres artesanas, dan la impresión de ser muchachas adultas, elegantes o rancheras, vestidas de colores alegres y con mucha frecuencia, en las comunidades indígenas, ataviadas con la indumentaria tradicional de su grupo, con todos los accesorios y prendas elaboradas técnicamente igual que las originales, pero en mágica confección de miniatura. “A diferencia de las elegantes rorras –dice Gabriel Fernández Ledesma- que en un abrir y cerrar de ojos azules chillan gangosamente, nuestras muñecas de trapo son mudas, pero saben escuchar los arrullos de sus dueñas, que les brindan un presentido amor maternal.”

El cobre ya se trabajaba en Mesoamérica antes de la llegada del conquistador español a estas tierras. En el actual cobre martillado que se produce en Santa Clara del Cobre, Michoacán, subyace la técnica y el espíritu del batidor de cobre prehispánico, y en las jarras, cazos y pequeños floreros en miniatura, se observa el amoroso cuidado con que el artesano trabaja su oficio. Por su parte, el plomo fue introducido por los españoles para diversos usos entre ellos la decoración, pero también nos legaron la tradición del juguete de plomo hecho en molde y decorado con anilinas o, más recientemente con colores industriales: para las niñas se elaboran mueblecitos, maquinitas de coser, antiguos fonógrafos y para los niños soldaditos todos en miniatura. Estos encantadores juguetes fueron elaborados originalmente con moldes europeos traídos a México durante el siglo XVIII, pero, al igual que muchos otros materiales y técnicas, aquí tomaron carta de naturalización con sus propias expresiones populares.

La hojalata es un modesto material que siempre ha permitido a los artesanos crear los más diversos artículos desde la época colonial. Botes lecheros, cubetas, regaderas para las plantas y muchos productos más, son reproducidos en ingeniosos juguetes reconocidos por su sencillez. Otros juguetes, éstos con movimiento, son de tradicional hechura: mariposas y pájaros sobre ruedas que mueven sus alas pintadas en brillantes colores de alcohol, espirales y rehiletes, aviones y automóviles tirados por un simple cordel, mientras que los modestos barquitos atraviesan una tina con agua, impulsados por el calor de una vela.

En el México prehispánico el papel fue de gran importancia para la elaboración de los famosos códices, para decorar los templos, las casas y aun como materia prima para los vestidos. La habilidad con que el artesano maneja este material aunado a su fragilidad, lo vuelve ideal para la creación de juguetes. Máscaras en forma de coyotes, de calaveras, de payasos, de viejitos con cejas y bigotes de algodón, y elegantes damas con sombreros y tocados de “plumas” moldeadas con el propio cartón, así como muñecas de cartón articuladas en piernas y brazos, son vistosamente pintadas y generosamente salpicadas con diamantina.

Vuelan los papalotes, las mariposas y los enormes globos aire caliente, de profunda tradición, que tienden a desaparecer. Cabalgan los niños sobre caballitos que sólo tienen la cabeza de cartón unida a un palo que le sirve de cuerpo. Es una de las más modestas pero bellas muestras del juguete popular mexicano.

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